Probablemente te preguntes si estás entre esas 1 de cada 2 personas que tienen piel sensible en algún momento de su vida. La piel sensible puede ser difícil de diagnosticar, principalmente, porque se define por lo que la persona siente más que otra definición. La piel se siente tensa, con hormigueos y pinchazos, a veces, en forma constante. Si bien desde el punto de vista del dermatólogo, la piel sensible puede verse un poco enrojecida o seca, su apariencia es esencialmente normal.
Si tienes sensaciones desagradables (tirantez, picor, ardor o escozor) en respuesta a factores tales como los cambios de temperatura, el viento, los rayos UV, el agua dura o los productos fuertes, en ausencia de sarpullido visible, probablemente tengas piel sensible. Si tienes rojeces o sarpullido, es más probable que tengas piel reactiva o alérgica.
¿Qué causa la piel sensible? La piel sensible tiene dos causas principales. Primero, su barrera superficial está debilitada, lo que permite que los irritantes externos penetren con mayor profundidad. Segundo, las terminaciones nerviosas de la piel son hipersensibles, lo que desencadena señales de dolor en respuesta a estímulos inofensivos. Para calmar la piel sensible, asegúrate de limpiarla suavemente, luego aplica una bruma y un hidratante.
Para prevenir las manifestaciones de la piel sensible, debes hacer tres cosas: restaurar la barrera protectora de la piel, calmar intensamente la piel y reequilibrar el microbioma.
¿Ya tienes una rutina para el cuidado de la piel sensible?
